A tres meses del anuncio del cierre progresivo y definitivo, nuevamente el Retén de Cabimas es escenario de la violencia, de terror y de angustia que no sólo viven los reclusos que están dentro de él, sino también los habitantes que residen en las inmediaciones del Centro de Arresto Preventivo de la COL, ubicado en la Avenida Andrés Bello, sector La Misión, parroquia Ambrosio,
¡Cristo protégenos con tu sangre preciosa! exclamaba a través de la red social de Twitter Ender Ortega, mientras se preguntaba ¿hasta cuándo los tiroteos en el retén de cabimas? “Los que vivimos cerca nos mantenemos en ascuas. Más de una hora llevan ya, granadas incluidas”
“Esto no es vida”, repetían nuevamente los residentes del sector de La Misión, los más cercanos al lugar de reclusión. “Hasta cuándo debemos soportar esta situación, que llena de sangre y dolor a los familiares de los reclusos, pero que también produce pánico entre quienes habitar en las inmediaciones del Retén”.
El gobernador del Zulia el pasado 19 de febrero señaló que “El retén de Cabimas se ha convertido en el comando operativo de los pranes en el Occidente de Venezuela, por lo que autoridades regionales quieren poner un freno a tal situación.
“El Retén de Cabimas se ha vuelto el epicentro de las extorsiones. Dentro de las instalaciones se encuentran 1000 detenidos, de los cuales, 400 están penados, por lo que vamos a agilizar progresivamente, junto a la ministra Iris Varela, el traslado de los reclusos a otros arrestos carcelarios”, indicó Prieto.
Para el 26 de febrero Omar Prieto anunció el “inicio del cierre progresivo y definitivo del Centro Arrestos Preventivos de Cabimas, por instrucciones del presidente Nicolás Maduro y del ministro de Interior, Justicia y Paz, M/G Néstor Luis Reverol”.
Tres meses de este anuncio y nuevamente el Retén de Cabimas es escenario de la violencia, de terror y de angustia no sólo para lo que están dentro del recinto carcelario sino también para las familias que habitan en La Misión, Amparo, Las Malvinas, Los Olivos, Don Bosco, Amparito, El Golfito, Miramar, así como en la Avenida Intercomunal, cuyo estilo de vida se transformó en un verdadero calvario, arremetiendo contra la estabilidad emocional, psicológica, económica de los lugareños.
Los vecinos esperan que en el menor tiempo posible se cumpla con esta medida, que debe ser tomada en serio y de seguridad máxima. Consideran necesario desmantelar por completo la edificación para borrar así tantas cicatrices, de dolor, de llanto, de terror vivido por los reclusos en medio de hacinamiento, desnutrición y tuberculosis; principales factores que atenta contra los derechos de los reos, pero también para regresar la tranquilidad y la paz a las familias de los alrededores.
