El nombre de Michael Jordan vuelve a estar de actualidad gracias al estreno de ‘The Last Dance’, el documental que se puede disfrutar en Netflix y que aborda la última temporada del jugador en los Chicago Bulls. Además de contar cómo descubrió a su compañero Dennis Rodman en la cama o las dudas que sobrevolaban el equipo meses antes de conquistar su sexto anillo, se desvela la manera en que la imagen de Jordan fue creciendo en popularidad en todo el mundo antes de consagrarse como el deportista más rico de todos los tiempos, además de situarse muy cerca del puesto 1.000 de los más adinerados del planeta.
La fortuna de MJ se sitúa según Forbes en los 2.100 millones de dólares, más de 1.900 millones de euros. Y eso que como jugador ‘solo’ se embolsó 93,8 millones en 16 temporadas, y demasiado, si tenemos en cuenta los sueldos de la época y que su salario anual solo superó los 4 ‘kilos’ en dos temporadas: 96-97 y 97-98, cuando batió el récord de ingresos primero con 30,1 millones y un año después con 33,1.
Pero la leyenda de los Bulls supo jugar de la misma forma en la cancha que fuera de ella, y gracias a su imagen y a los contratos publicitarios que firmó desde su llegada a la liga, pudo conseguir mucho dinero que invertir hasta convertirse en multimillonario en 2014. Actualmente ocupa el puesto 1.001 de los más ricos del mundo y está entre los 500 con más dinero en Estados Unidos, gracias, principalmente, a su acuerdo con Nike.
En su primer año en la NBA en 1984 estaba deseando comprometerse con Adidas, pero los dirigentes alemanes solo firmaban a jugadores que superaran con creces los dos metros de estatura, y Jordan se quedaba en el 1,98. Desde Nike aprovecharon la oportunidad y formaron un negocio de enorme rentabilidad para ambas partes y que disparó su valor en bolsa, aunque la primera cifra que se acordó fueron 250.000 euros anuales. No sería hasta muchos años después cuando el gigante textil creó una división, una marca llamada Jordan Brand, por la que Jordan se embolsa 100 millones al año por los derechos de uso y de venta y la firma factura más de 3.000 millones, demostrando que el logo de Air Jordan y esta decisión comercial fue uno de los mejores negocios de la historia del deporte.
Los juicios por su imagen, otra fuente de ingresos
Puesto que Michael Jordan explota de la mejor manera su imagen, sabe perfectamente cuál es su valor y no está dispuesto a permitir que otros puedan beneficiarse de ella de manera fraudulenta. Así, sus abogados han conseguido en los tribunales decenas de millones de dólares, y el jugador llegó a donar 23 de ellos a ONGs infantiles. Para hacernos una idea, solo en uno de estos juicios llegó a ganar como indemnización 9 millones de dólares.
En abril de 2010, Michael Jordan se convirtió en el máximo accionista de los Charlotte Hornets por 275 millones de dólares mientras la franquicia lograba su primera clasificación para los playoffs, aunque serían eliminados en primera ronda sin ganar un solo partido en la serie ante los Magic. Desde su llegada, el valor del equipo se ha disparado y actualmente se sitúa por encima de los 1.000 millones de dólares.
Además, es accionista de los Miami Marlins de béisbol y cuenta con los beneficios de acuerdos con marcas que le acompañan desde sus tiempos como deportista, como Gatorade, Hanes o Upper Deck. Y por si fuera poco, también ha diversificado su dinero en otros sectores, desde las nuevas tecnologías a la restauración. Dispone de varios restaurantes en Chicago y en Florida, un concesionario de Nissan en Carolina del Norte, ha invertido en eSports, se ha asociado con empresas punteras de Silicon Valley y forma parte de una empresa de tequila.
¿En qué se gasta el dinero?
Pero si Michael Jordan ha sabido ganar dinero, también ha sabido muy bien cómo gastarlo. En primer lugar, ha realizado numerosas donaciones a la beneficencia, la última con los 4 millones de dólares que ha ganado por el documental anteriormente mencionado. Y para su disfrute, cuenta con todas las posesiones de lujo imaginables: un avión privado con su logo, sus iniciales, sus anillos y su dorsal, un yate de grandes dimensiones valorado en 80 millones de dólares y varias mansiones. Posee una en Charlotte de 2,3 millones y otra en Chicago de 5.000 metros cuadrados que lleva varios años intentando vender y su precio se ha reducido ya en 15 millones.
Entre sus pasiones se encuentran el tequila y los puros habanos, a los que se aficionó como jugador y los que fuma a bordo de su barco, en casa o el campo de golf. Y es que este deporte es otro de sus grandes hobbies y otra de sus pequeñas fuentes de ingresos por las apuestas que realiza sobre el verde. Por su afición, compró un club propio en Florida y lo llamó Grove XXIII en honor al dorsal con el que destacó, pero ha hecho hoyos con rostros como Tiger Woods, Bill Clinton, Sergio García o Severiano Ballesteros.
