Además de sentir la cabeza pesada, que con el menor movimiento parece que va a explotar, se unen las náuseas y la sensibilidad a la luz y al ruido. Muchas veces esta condición no se atribuye a lo que se ingiere y resulta que existe una estrecha relación entre alimentación y migraña. Aunque cada organismo reacciona diferente, evitar determinados alimentos podría prevenir su manifestación.
¿Qué no comer para prevenir la migraña?
Alimentación y migraña
Queso: Tan rico es su sabor como su cantidad de tiramina, un compuesto que acelera la migraña. Los añejos, como el curado o cheddar, el azul, el suizo, el parmesano, el feta o el brie, son los que encabezan la lista.
Chocolate: Aunque existe polémica alrededor de este, es preferible incluirlo entre los prohibidos. Algunos expertos afirman que solo estimula las ganas de comer alimentos dulces, pero otros entonces señalan que esas ansías pueden ser un primer síntoma de la aparición de migraña.
Cítricos: La enzima que contienen estimula los dolores de cabeza.
Pescados: Principalmente los ahumados o marinados.
Café: Si bien se aconseja beberlo cuando comienza el dolor de cabeza, un consumo excesivo tiene el efecto contrario.
Tomate: Su composición se relaciona de forma directa con la migraña.
Cebolla: Las histaminas presentes en esta producen vasodilatación de las arterias y aumenta el riesgo.
Nueces: Es cierto que las grasas insaturadas que tiene mejoran la salud cardiovascular, pero también pueden ocasionar una migraña, porque activan la dilatación de los vasos sanguíneos del cerebro.
Bebidas alcohólicas: Particularmente el vino tinto.
Alimentos con nitratos y nitritos: Aquí se engloban las carnes curadas y procesadas, como la tocineta, el salami y las salchichas, porque inflaman los vasos sanguíneos.
Alimentos con glutamato monosódico: Son muchos los que lo contienen, de manera que se recomienda revisar los ingredientes de cualquier producto antes de consumirlo.