Pareciera que «el cielo encapotado anuncia tempestad», pues se vislumbra que las lluvias continúen un buen rato, ya que el fenómeno climatológico de La Niña, caracterizado por abundantes precipitaciones e inundaciones, podría persistir durante el invierno boreal de 2022-2023 –entre diciembre y febrero– con una probabilidad del 76 %, según estimaciones del Instituto Nacional de Hidrología y Meteorología (Inameh).
En un informe divulgado en las redes sociales, el organismo apunta que «hay un 57 % de probabilidad de que La Niña haga transición a ENOS Neutral –sin El Niño ni La Niña– entre febrero y abril de 2023».
Una situación preocupante para las poblaciones del país que padecen de las inclemencias del clima, que han provocados numerosos deslizamientos y tragedias en los últimos meses, dejando cientos de damnificados.
¿Quién es esa Niña tan tóxica?
La Niña es un fenómeno meteorológico caracterizado por el enfriamiento a gran escala de la temperatura de la superficie del océano en las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial.
Es lo contrario a los efectos causados por El Niño, la fase cálida del fenómeno denominado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), detalla la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
La Niña se origina cuando la fase positiva de El Niño alcanza niveles significativos y se prolonga por varios meses a tal grado que llega a tener un debilitamiento de la corriente contra-ecuatorial. Es decir, cuando las aguas cálidas provenientes de las costas asiáticas, afectan las aguas del Pacífico de América.
Este debilitamiento tiene como resultado la aparición de aguas relativamente frías a lo largo del Ecuador provocando una disminución sustancial del nivel del clima causada por la temperatura superficial del mar.
En América del Sur, La Niña generalmente provoca precipitaciones superiores al promedio en el norte de la región y precipitaciones inferiores al promedio al sur.