La capacidad de atención y retención de información infantil se ve influenciada por diferentes factores. Los estados emocionales positivos, un sueño de calidad y una alimentación saludable mejora la memoria y la concentración de los niños. De la misma forma, existen factores externos que perjudican considerablemente estas habilidades, como los trastornos del sueño, la depresión, cambios abruptos de rutinas y el uso indiscriminado de pantallas.
La sobreexposición a las pantallas de televisores, ordenadores, tabletas y móviles genera problemas de concentración, memoria, lenguaje y hasta el aprendizaje de las personas, en especial de los niños que se ven forzados a esta interacción durante más horas al día para continuar con sus clases online.
Esta es la conclusión del neurocientífico francés Michel Desmurget, luego de su investigación que ha plasmado en su último libro denominado “La fábrica de cretinos digitales”, que aborda las consecuencias de la tecnología en el desarrollo cognitivo de las personas.
El especialista destaca que nuestro cerebro es muy básico y solo le basta la interacción con otros humanos para crear la emoción que se necesita para la concentración y el aprendizaje. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 llegó para agravar los problemas que ya existían con la sobreestimulación del órgano cognitivo por las horas que pasamos frente a los dispositivos tecnológicos.
Es una avalancha de estimulación sensorial que sobrepasa la capacidad del cerebro para retener y asimilar la nueva información que recibe cada segundo de nuestro día. Y ahora con la pandemia, esto se ha incrementado, en especial, para los niños quienes, al exceso de horas de televisión, le han agregado más horas frente a la pantalla para recibir sus clases.
Sin aprendizaje
Desde el punto de vista del experto, los menores en edad escolar son los más afectados con la falta de concentración y desarrollo de la memoria, a tal extremo que es poco probable que hayan aprendido algo en sus clases virtuales ante la falta de interacción con sus maestros y amigos.
Francia
Esto lo entendieron las autoridades francesas que luego de dos meses y miedo de cierre de escuelas, asegura el experto, volvieron a la modalidad presencial para no seguir causando daño a los estudiantes.
Desmurget basa su afirmación en el informe emitido Cour des Comptes, organismo que supervisa el uso de fondos públicos, en el cual se advirtió que las clases presenciales fueron una simulación de enseñanza porque los niños no aprendieron nada.
Pese al riesgo sanitario por la pandemia, las autoridades francesas le dieron prioridad al criterio de igualdad en la enseñanza, ya que los menores de escasos recursos y con padres que trabajaban todo el día, no tenían la oportunidad de reforzar sus lecciones, que otros estudiantes con padres con horarios flexibles y de mejor formación.
Según un informe de abril de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), junto a Francia, países como España son los que menos clases presenciales han perdido en la pandemia. Además del tema cognitivo, la preocupación de las autoridades era evitar el daño físico y emocional de los niños, así como cerrar la brecha digital.
Ahora con el retorno a clases en pocas semanas, más comunidades autónomas apuestan por la presencialidad de las clases siguiendo todos los protocolos de bioseguridad.
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