El gobierno municipal de Guayaquil, en Ecuador, condecoró a dos hermanas venezolanas, que se enfrentaron a cuatro delincuentes que intentaron robar un taller mecánico, ubicado al norte de la ciudad. El hecho ocurrió el pasado 25 de enero y las dos mujeres salieron ilesas.
La condecoración fue entregada por el Concejo Cantonal de Guayaquil por “la actitud de valor y heroísmo” que tuvieron las jóvenes al enfrentarse al grupo de antisociales. Según el diario local El Comercio, en el documento se menciona que realizaron un procedimiento de valentía, exponiendo su integridad.
La alcaldesa Cynthia Viteri, quien estuvo presente en el acto, dijo que ambas se enfrentaron a los delincuentes en un acto de valentía y heroísmo y “con la bendición de dios” no resultaron heridas.
La autoridad municipal resaltó que lograron enfrentar a los ladrones porque una de las jóvenes aprendió artes marciales cuando estudió en una universidad de Venezuela. “Siempre he dicho que las mujeres deben estar preparadas, aprender defensa personal para tener una oportunidad de vida”, dijo según reseñó El Comercio.
El pasado 25 de enero, las ciudadanas venezolanas estaban por cerrar el taller mecánico cuando se acercó un cliente. Le indicaron que ya estaban de salida y le pidieron que regresara el lunes. A pesar de la negativa, el supuesto cliente se dirigió hasta la oficina, mientras que en el auto se quedaron otros dos «pasajeros».
Lo que ocurrió en la oficina quedó grabado en la cámara de seguridad. De repente el sujeto sacó un arma y apuntó a las dos mujeres, logró quitarles los celulares y varias de sus pertenencias. Allí se produjo un primer enfrentamiento, pero a pesar de que las mujeres lograron golpearlo, el hombre salió del local.
Los otros dos delincuentes que esperaban dentro del automóvil salieron huyendo del lugar sin auxiliar a su compinche, por lo que a pocas cuadras pudo ser atrapado por las dos mujeres junto a varios vecinos de la localidad. Luego una patrulla policial que circulaba por la zona logró arrestar el antisocial.
Cuando las dos venezolanas tomaron la decisión de migrar, vendieron todo lo que tenían en Venezuela y acumularon un pequeño capital. Eso les ayudó para montar el taller mecánico.
