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Un gigante de la Medicina

|Con información de Articulo de opinión / El Regional del Zulia
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Me corresponde, en esta oportunidad, sumergido bajo la sombra de una tristeza percibida en la recién finalizada Semana Mayor, cuando la muerte le arrebata a la sociedad, un hombre pequeño de estatura, pero gigante en su proceder, realizar esta humilde reseña, de un insigne médico, nacido en las entrañas de la tierra del oro negro, mi amigo William Quintero.

Cursó sus estudios, tanto primarios, como secundarios y universitarios, con limitaciones económicas, que no fueron obstáculo para recibirse de médico en la ilustre Universidad del Zulia, con un elevado perfil académico. Un médico que se creció ante las dificultades, el pro de vencer a través del diagnóstico médico, cualquier padecimiento que aconteciera a sus semejantes, un ser humano excepcional, que al enfermo nunca lo visualizó como una mercancía, fe de esto, lo indico en estas entristecidas líneas, porque en aquella tarde aciaga que mi madre, Sergia Josefina, se marchó al mundo sideral, fue William, el médico consentido de mi madre, quien la atendió, con ese humor zuliano y esa jocosidad que lo caracterizaba, acompañándole hasta su retiro de la clínica, a la cual mi amigo William coayudado a enaltecer el rango profesional, por cuanto enfermos provenientes de diferentes latitudes acudieron a tratarse, patologías que padecían, en dicha institución, saliendo con un semblante de gozo y alegría, con sólo ser atendidas en el reducido espacio que tenía su consultorio.

Considero, como su paciente e hijo de tantas madres afectivas que cosechó en su vida terrenal, que los humildes, los desposeídos, nunca mientras el Dios Todopoderoso, y la ciencia médica, nos permita, no dejaremos de recordar a ese gigante de la medicina, docente, formador de varias generaciones, un libro abierto al conocimiento y al saber de la medicina: Dr. William Quintero, hoy descansa en paz.

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Posterior a su sepelio, leí un inconcebible obituario, en un diario de la localidad, que lejos de enaltecer la meritocracia alcanzada por mi amigo, dicha publicidad por el tamaño y la simpleza de su contenido, no logró el objetivo perseguido. Paz a sus restos inmortales, del gigante de la medicina William Quintero.

Por: Henry David Rodriguez

Abogado

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