En el penal 32, Guillermo Ochoa recobró la memoria y le atajó un disparo desde los once pasos a Robert Lewandowski, que permitió a la Selección Mexicana tener un debut mundialista que no fue fatal sino que deja abiertas todas las posiblilidades.
El arquero mexicano que sumaba 31 penales sin atajar en cualquier competencia, salvó al Tricolor en un partido que lucía clave porque en el papel el cuadro azteca pelearía el segundo lugar del Grupo con Polonia porque Argentina parecía el líder indiscutible. Pero ahora los aztecas tensaron su futuro inmediato, luego del 0-0 ante Polonia en el Estadio 974, repleto de camisetas verdes, con la mira puesta para jugarse la vida el sábado ante una herida Argentina en el imponente Estadio Lusail.
México volvió a jugar con fuego y estuvo a punto de quemarse al pasar de jugar un primer tiempo que rozó la perfección, de no ser porque faltó el gol, a necesitar un milagro en el complemento para que uno de los delanteros más temibles del mundo recordara que también es humano.
Si bien el primer tiempo fue tenso en el 974, el Tri fue capaz de sacudirse los nervios cuando Alexis Vega, Luis Chávez e Hirving Lozano juguetearon con la pelota en el area polaca. De ahí surgieron dos llegadas de peligro que le sacaron un susto al arquero Wojciech Szczęsny y que dejaron helada a una pequeña y embravecida afición rival.