Curiosidades, mitos y leyendas sobre Coco Chanel

Chanel, el duque de Westminster y la sorprendente historia de los faroles 

El nombre de Coco Chanel siempre ha estado asociado a relatos extraordinarios, pero el más romántico de todos tuvo lugar en Londres, testigo del idilio entre Mademoiselle y el duque de Westminster, quien llegó a ser uno de los hombres más adinerados de Inglaterra y Europa.

Se dice que Westminster quedó tan cautivado por Chanel, que grabó su inicial junto al logotipo de la diseñadora en los faroles de la ciudad. Y es verdad, las iniciales se ven con claridad; en una parte de la base resalta la “W” de Westminster y en la otra se puede apreciar la emblemática doble C.

Excentricidad o romanticismo, lo cierto es que hace un par de años, la leyenda ganó fuerza cuando Justine Picardie, autora de una de las biografías más recientes de Coco, publicó detalles de la conexión entre la diseñadora y la capital británica. “Si piensan en Chanel, se les viene a la cabeza París, ¿verdad?, pues mientras investigo para su nueva biografía he descubierto que hay un mundo que ella habitó en Londres, un escenario que dio forma a su trabajo y también a su vida”. Sin embargo, lo que parecía ser un romance de leyenda, en realidad es un mito. La prueba fehaciente es que estos faroles no fueron instalados sino veinte años después de que Coco Chanel y el poderoso duque terminaran su relación.

“Es una bella idea, pero no. Ningún papel lo prueba”, ha confirmado Martin Low, concejal de Transporte de Westminster. Las que parecían ser las iniciales de Westminster y Coco Chanel no son más que las iniciales del órgano municipal Westminster City Council.

La tendencia que la llevó a la cima

En 1913, Chanel optó por trabajar con jersey, tejido que hasta entonces había sido utilizado para confeccionar ropa interior masculina y camisetas para los marineros. No sabía que el jersey sería una de las claves de su éxito; cuatro años después, Coco Chanel se inspiró en el uniforme de la marina francesa para diseñar su primera colección náutica confeccionada con este material, convirtiéndose así en un icono atemporal.

Sus amuletos de la suerte

Mademoiselle hizo del trigo su amuleto de la suerte y siempre le atribuyó un poder especial a los números, a los que asociaba con circunstancias o momentos concretos de su vida. Al igual que los símbolos, los amuletos y los objetos que adquirió en sus viajes, los números siempre formaron parte de su proceso creativo.

¿Qué esconde el bolso más codiciado de Chanel?

El bolso que la diseñadora creó en los cincuenta, el célebre Metelassé 2.55, es considerado uno de los accesorios más bellos de la historia de la moda y también uno de los que más valor adquiere año con año debido a su creciente demanda. ¿Qué lo hace tan costoso? El proceso de creación de cada pieza es artesanal y atesora el trabajo de seis a 15 personas.

Producido en un pequeño pueblo a las afueras de París, esta joya que guarda en su interior los caprichos de Mademoiselle —como ese compartimento que creó en exclusiva para su amada barra de labios—, oculta algo más: cuando Coco Chanel lo lanzó al mercado fue considerado inapropiado y es que era la primera vez que un bolso se llevaba al hombro, una innovación que cambió el dress code de la época.

Los tesoros escondidos en su apartamento

Majestuosa y elegante, la legendaria residencia de Mademoiselle, ubicada en el segundo piso del número 31 de la Rue Cambon, en París, es ya un monumento histórico. Y es que está llena de apasionantes objetos, escenarios y vivencias.

El mito de un perfume

Se dice que bautizó su fragancia con el número cinco, pues ella tenía un lado místico que se conocía muy poco. Era su número de la suerte y evocaba las cinco cabezas de la divinidad del hinduismo, o las cinco visiones de Buda; casi para todo lo tomaba como referencia. Quizá en el fondo tenía razón, ya que su perfume Chanel No 5 tiene tras de sí una historia de éxito que no podría ser comparada, hasta el día de hoy, con la fama de ninguna otra fragancia que haya existido.

Las escaleras

Dicen que Coco solía sentarse en el quinto peldaño de su impresionante escalera de espejos estilo art decó para observar las reacciones del público cuando sus modelos desfilaban desde su atelier en la planta baja de su apartamento.

La maravillosa biblioteca

La biblioteca fue una de sus posesiones más preciadas, pues allí atesoró lujosas ediciones encuadernadas en piel, de autores como Voltaire, Byron y Shakespeare. Además, el apartamento exhibe espectaculares espejos venecianos y los icónicos biombos de Coromandel, con aquellas magníficas camelias que la inspiraron. También destacan la silla en la que Mademoiselle se sentó tantas veces para ajustar sus creaciones sobre el cuerpo de las modelos, así como las cajas plateadas forradas en oro que el duque de Westminster le obsequió.

La rana

Pero, sin duda, uno de los objetos más interesantes es la rana que reposa sobre una de las mesas, y que en su boca guarda un cristal con una anécdota muy especial. Cuenta la leyenda que un día, Hubert de Givenchy se encontró con un colgante que se había caído de la enorme lámpara del salón principal y lo colocó con delicadeza en la boca de la rana, donde Coco Chanel la dejó para siempre…

Las reliquias perdidas

Es cierto que el apartamento de Mademoiselle contiene objetos históricos invaluables, no obstante, muchos otros se han perdido o han pasado a manos de los descendientes de su sobrino, por lo que la maison se ha dado a la tarea de recuperarlos a través de anticuarios y subastas. En la década de los 80, el propio Karl Lagerfeld recuperó la butaca de madera de nogal, tapizada de satén blanco, sobre la que Mademoiselle Chanel fue fotografiada en 1937 por Horst. Esta butaca del siglo XVIII es única, pues originalmente fue una tina de baño que más tarde se transformó en mueble.

En torno a su apartamento también existe un dato curioso: la modista rara vez se quedaba a dormir allí, pues prefería pasar las noches en el Hotel Ritz —situado en la Place Vendôme—.

De los sombreros a la alta costura

Gabrielle Chanel comenzó su carrera en 1909 vendiendo sombreros que ella misma personalizaba y lucía; seis años después, abrió su primer taller de Alta Costura en Biarritz. “Tres años más tarde se instaló en la Rue Cambon, donde crearía sus tan famosos conjuntos de punto —jersey— incorporando nuevas siluetas. A medida que su reputación prosperaba y crecía, también lo hizo el prestigio de la dirección de la Rue Cambon, que durante la vida de la diseñadora permaneció dedicada exclusivamente a la Alta Costura”, cuenta la maisonfrancesa.

Quienes trabajaron con ella durante los años de su máxima fama como modista, “recordarán siempre que, a veces, deshacía un vestido y lo volvía a hacer quince o veinte veces antes de anunciar que era perfecto y permitir que saliera del taller”, detalla la historiadora Tilar J. Mazzeo. Gracias a la herencia de Gabrielle y su búsqueda por la perfección y la innovación, su firma homónima sigue rompiendo códigos. Hoy, “los materiales tradicionales se codean con PVC, lúrex, encajes y neoprenos recubiertos de plástico, dando un nuevo volumen radical a los vestidos. Contrarrestados con abalorios, bordados, cristales y lentejuelas, en las manos de Karl Lagerfeld, incluso el cemento se convierte en tela”.

Los datos que rodean al universo de la Alta Costura de Chanel son fascinantes y es que actualmente un traje “requiere más de 200 horas de trabajo y un vestido entre 300 y 600, mientras que otros diseños, como los vestidos de novia, pueden llevar más de mil horas en producirse”. Y este nivel de perfección fue inspirado por Gabrielle Chanel.

Para sus clientes más fieles, la maison francesa ha llegado a realizar modelos a medida, con pruebas en los ateliers para cada una de las etapas de ajustes y alteraciones. Una experiencia exclusiva.

Hoy en día el legado de Coco Chanel es reinterpretado magistralmente por Karl Lagerfeld, quien sigue dando vida a la Alta Costura de Chanel, con audacia, creatividad y modernidad, definiendo la verdadera elegancia contemporánea tal y como ella lo hacía.