Las mascotas de los juegos olimpicos son, junto con el logotipo, los principales símbolos de cada una de las citas de este evento deportivo único que, cada cuatro años, se repiten. Suele tratarse de animales o figuras antropomórficas diseñadas con la intención de ser representativas de la localización de su sede.
Como ocurre también con los logos, la delgadísima frontera sobre la que discurre la creatividad nos lleva muchas veces, sin pretenderlo, a pasar de lo genial a lo horrible, de lo atractivo a la aberración.
Y lo de estas tres mascotas que os hemos seleccionado, a punto estuvo de ser motivo de ser clausura de sus respectivos juegos.
Representada por un Cherie von Birkenho, fperro salchicha de origen bávaro como el emplazamiento del evento, la ciudad de Munich eligió como mascota de los Juegos Olimpicos del 72 esta figura tan coloreada como discutida.
El perro, además de soso, incluye toda la variedad del espectro cromático que incluye los colores de los anillos olímpicos, salvo el rojo y el negro que se eliminaron por estar asociados con la simbología nazi.
Su falta de dinamismo obliga a preguntarse que tiene esto que ver con cualquiera de las virtudes de los deportes que pretende representar.
Simbolizando el castor, emblemático animal del Canadá, esta mascota intenta representar la paciencia, la amistad y la laboriosidad con la que se logró forjar la nación canadiense.
No se sabe con certez
a si lo fallido del diseño se debe al minimalismo con el que el autor pretendía justificar su haraganería imaginativa o a que el encargo se produjo solamente cuatro días antes del arranque de los juegos.
De cualquier manera, es de agradecer la franja roja oblicua que se dignaron en añadir para que los que no entendemos de arte mínimo pudiéramos adivinar más que distinguir que había algo más que uno de los muchos borrones que el creador tuvo que tener a lo largo de su, esperemos, corta trayectoria artística.
El resultado esperado de esta creación elegida como mascota de los Jue
gos Olimpicos de Atlanta 1996 continua siendo, a día hoy, un inexplicable misterio de la misma dimensión que el del Triángulo de las Bermudas.
Siendo el primer diseño por ordenador, sufríó múltiples cambios de última hora que no acabaron de contentar a los miembros del Comité Olímpico.A fuerza de querer ser distinto sin representar a nadie, Izzy terminó siendo un gran fiasco simbólico y comercial superado con creces por el compañero al que pretendía desbancar, nuestro famoso Coby de Barcelona 92.